viernes, enero 25, 2013

Periodismo en Jaque


natxo lara

He escuchado la misma cancioncilla casi desde primero de EGB (aún no me aclaro con las primarias, ESO, secundarias, etc…) de padres, profesores y directores de centro. ‘Hay que especializarse’. Olvídate de tocar varios palos, de estudiar varias cosas, céntrate, sé el mejor en algo y cuanto más raro mejor. Ya de jovenzuelo me interesó el Periodismo, y haciendo caso a todos ellos opté por la rama del Periodismo Literario, una especialidad única y que sólo se estudia en Barcelona. Más tarde, ya en los medios, opté por la enrevesada economía. Nunca fui de números, de hecho, aún hoy me cuesta resolver con éxito una regla de tres. Pero conseguí desvelar –más o menos- los secretos macroeconómicos a modo usuario/periodista. La cancioncilla siguió siendo la misma: Especializarse. Por eso me embarqué en el doctorado y conseguí conocer al centímetro  cada película de Berlanga. Mi cabeza está llena de interpretaciones antropológicas de la visión y el reflejo de la Sociedad del maestro valenciano y, quién lo iba a decir, incluso imparto conferencias en Universidades y otras entidades sobre Luis García Berlanga. Tras 20 años de profesión periodística comienzo a comprender de qué va esta profesión y me podría (todo lo digo con humildad) considerar un madurito capaz de identificar y producir una posible noticia con éxito. Después llegó el fútbol y el asesoramiento en materia de comunicación. He aprendido sí, mucho, y siguiendo las indicaciones del profe de San Roque, del Pare Vitoria y la UA de Barcelona, me he especializado ‘de la hostia’. ¿Eso era lo que tenía que hacer, no? Con los 40 recién cumplidos, comienzo a leer y a escuchar acerca del concepto de ‘polivalencia’ y ‘amplitud de miras’.
En el 2012 se destruyeron 6.000 empleos periodísticos y la sangría continua. Las empresas periodísticas cierran o se quedan con becarios por culpa de la dichosa crisis pero también de aquellos que adquirieron un periódico o un grupo mediático como capricho, como inversión o para intentar controlar a los políticos de turno. Mientras hubo bonanza hubo publicidad y beneficios. Ahora que no hay nada de eso, la prensa no da dinero y ha sido abandonada como un perrito el 1 de agosto en la carretera secundaria más cercana. El panorama es tremendo y es ahora cuando recuerdo a aquellos que me pedían especialización. Porque puede que de nada me sirva ser un periodista especializado y formado, porque en realidad, no sería capaz de llevar la contabilidad de una tienda, negociar con proveedores de un bar o colocar un enchufe en la cocina. Por eso mis compañeros se van fuera, porque se han especializado, saben mucho, pero no gozan de sentido común universal: Ese sentido común universal que te enseña –seguramente en la calle- a tratar con un negociante sin que ‘te sepa mal’ apretarlo en los márgenes, a conducir con pericia peliculera para llegar lo antes posible a un sitio para entregar un paquete, o a llegar a la oficina de empleo y decir: ‘Déme trabajo, de lo que sea’. Eso para nuestra generación es imposible. Porque no sé hacer otra cosa que noticias.