XÉ QUINS CARDATS, PER L'AMOR DE DÉU
Ha llegado la hora del balance una vez recuperados de la trilogía. En primer lugar, hay que reconocer que los años pesan porque aún me duelen algunos huesos que no sabía que existían. Ya curada la herida que el cuero del traje me provoca en el cuello y depurados los riñones de mentiras y ‘claretes’, sólo me queda felicitar al público en general por su respeto a la Festa. El titular de CIUDAD el día 23 no era, a mi juicio, del todo correcto. Ramón Climent tituló ‘Ganaron los moros’, cuando en realidad, quién ganó fue el público. Debemos plantearnos cómo acabar con el sufrimiento que le provocamos a las personas que hipotecan su salud con el culo cuadrado sobre una silla de madera y mojada. ¿Era preciso que los moros se recrearan con sus escuadras yendo a 10 por hora?
Entre los viejos del lugar (imparten sus clases magistrales en la Penya del Bon Humor la tarde de Sant Jordi) había gran indignación por el tema de la escuadra del Mig del bando Moro. En otros locales de ocio, el chiste más común entre festeros y público en general tenía que ver con la lumbalgia que estaban ‘pillando’ esta tarde tras beber de un trago una birra. Yo, sinceramente, no expedientaría a nadie. Son cosas que pueden pasar. Pero la irresponsabilidad y la falta de respeto debe ser, al menos, recriminada. Aunque con el revuelo que se ha armado (me consta que muchos miembros de esa filà sufrieron silbidos y reprimendas durante la trilogía) ya tienen bastante.
La Festa sale a la calle cada vez más, los festeros se integran, las charangas. El espectáculo sube de intensidad y las entradas (excepto los cortes y las lumbalgias) son una verdadera pasada. Los cargos se lo curran mucho y los turistas ‘lo flipan’. Lástima que queden muchas cosas por hacer. Seguimos con un ‘Muy deficiente’ por lo que respecta a oferta hostalera y a aparcamientos públicos.
En fin, que nos lo hemos pasado en grande y que una vez más nos sentimos orgullosos de ser de donde somos.
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