miércoles, mayo 02, 2007

Ilusiones proyectadas a los 34 años







Fíjense como son las cosas. Recuerdo que, de nano, una de mis mayores ilusiones pasaba por subir al castillo de fiestas de Alcoy. Lo veía tan alto... Era donde se pactaba la Guerra y la Paz, donde los capitanes largaban sus embajadas y desde donde Sant Jordiet lanzaba las flechas a los moros infieles. Era mi ilusión inaccesible. Nunca lo conseguí... nunca lo gestioné...


Ahora todo ha cambiado y el poder de la información y la gestión está de mi parte. Y como yo por fuera soy grande pero por dentro aún pequeño, me proyecté en Iván, el sobrino preferido. Es cierto, utilicé mis influencias periodísticas para que me dejaran entrar al castillo el día dels Músics. ¡Qué decepción! Por dentro no mola nada, hay charcos y las escaleras son cutrillas. En una de las torres hay dos hilos. De uno se tira para subir la bandera mora, del otro, para la cristiana (así piensa el Natxo grande por fuera). A Iván (Natxo por dentro), le tiemblan las manos y las piernas antes de entrar al castillo. No puede evitar una gran carcajada de ilusión. Va a entrar al castillo. ¡Molaaaaa!
Y dentro del castillo todo son... 'Natxo, per què....?' y 'Per què?' y 'On està el cavall de Sant Jordi? Y sus padres, en estado de ilusión como Natxo por dentro, se apresuran a inmortalizar el momento con cámara de fotos, vídeo, móvil y satélite si hace falta.
Es un gran momento para Iván, para un niño de 4 años cuyo ídolo es Tirisiti en Navidades y Sant Jordi en Abril.
Y allí estuve yo, haciéndole feliz, pero haciéndome feliz 25 años después con ese ejercicio de proyección. ¿Era Iván o era yo?

No hay comentarios: